viernes, 16 de octubre de 2015

El excelentísimo valor del "no"

El "no" nos hace adultos. Cuando éramos niños, si nuestra madre nos mandaba a traerle alguna cosa y en el medio un hermano nos ofrecía caramelos, dejábamos de inmediato lo que hacíamos por los caramelos. Eso se llama "atención difusa", y es lo que caracteriza a la -conducta infantil-.

El excelentísimo valor del "no" (en hombres y mujeres), es ser dueño de sí. Incluso bastaría con decir "sí" o "no" para comunicarnos. Y sobre todo para mantenernos -éticamente irreprochables-. "Sí" a lo que conviene... "no" a lo que no. Con eso bastaría. Esa sería una vida "ética".

Pero no hablamos de ética tanto aquí. Más bien de adultez. Del excelentísmo valor del no en nuestra vida adulta, considerada, reflexiva y responsable. Un hombre casado que pronto cede ante cualquier tentación es un niño. Deja de ser hombre. Es como el niño descrito.

"¿Los hombres? (...) nunca se sabe dónde encontrarlos.
El viento los pasea. Les faltan las raíces. Esto les molesta."

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.