Libertad luminosa/ oscurecida
Si yo hoy tomo droga, me sentiré muy libre seguramente. ¡Qué libertad!, diré, pero habiéndome puesto una cadena.
Pues la libertad es luminosa en realidad. Son las cosas que nos enorgullecen, o al menos que hicimos bien, a nosotros mismos y a los demás.
El mal que hicimos, sea a nosotros mismos como a otros no es luminoso, amén de que nos averguence o no el haberlo cometido.
Incluso sin verguenza, está destinado a ser oscuro. Y a que la luz lo delate.
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